miércoles, 20 de julio de 2011

DEVOCIONAL 20-07-11




“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”  1Pe 5:7


Es posible vivir una larga, muy larga vida como creyente y nunca aprender a echar nuestra ansiedad sobre el Señor. Podemos memorizar el versículo y aún predicarlo a los demás, y no obstante jamás llevarlo a la práctica en nuestras vidas. Sabemos teológicamente que Dios cuida de nosotros, que está interesado en nuestros asuntos y que es capaz de tener cuidado de las ansiedades más grandes que podríamos imaginar. Con todo, insistimos en dar vueltas en nuestras camas por la noche, inquietos, lamentándonos e imaginando lo peor.
No tiene porqué ser de ese modo. Tengo un amigo que enfrenta más problemas y dolores de cabeza que lo que la mayoría de nosotros hemos conocido. Si tuviera que llevarlos por sí mismo, sería un caso perdido. ¿Qué es lo que hace? Los lleva al Señor y los deja allí, se levanta de sus rodillas, se mete en la cama, canta unos cuántos versos de un himno y en poco tiempo está profundamente dormido.
Bill Bright le dijo una vez a LeRoy Eims: “LeRoy, he encontrado un gran consuelo en 1Pe_5:7. He llegado a la conclusión en mi propia vida que, o llevo mis cargas o las lleva Jesús. No podemos llevarlas ambos y he decidido echarlas sobre él”.
Eims decidió probar. Escribió: “Fui a mi habitación y comencé a orar. Hice lo que Bill me había dicho con todas mis fuerzas. Durante meses había llevado un pesado nudo en mi estómago. Pude sentir en realidad que esto se iba. Experimenté la liberación de Dios. No, el problema no se fue, y no se ha ido hasta este día. Pero la carga se ha ido. Ya no paso más noches en blanco. Ni sufro para dormir. Puedo enfrentar honestamente las cargas con un espíritu gozoso y agradecimiento de corazón”. 
La mayoría de nosotros podemos identificarnos con aquél que escribió: “Es la voluntad de Dios que eche / a diario mi ansiedad sobre él. / También pide que no deje / de confiar en él. / Pero ¡Oh qué neciamente actúo / cuando tomado de improviso, / abandono mi confianza / Y todas mis preocupaciones llevo.
Y en todo tiempo el Salvador nos dice: 


No lleves ni un solo afán,
Uno es mucho para ti.
La obra es mía, sólo mía.
Tu obra es: descansa en Mí.
William MacDonald

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Dependientes de la presencia de Dios

"Mas los que esperan a Jehová... caminarán y no se fatigarán", Isa_40:31

De ninguna manera caminar representa una gran emoción, pero es lo que prueba todas nuestras cualidades de firmeza y constancia. "Caminar y no fatigarse" es la prueba suprema de mi grado de fortaleza. El verbo andar o caminar se emplea en la Biblia para expresar el carácter de una persona. Y mirando a Jesús que andaba por allí dijo: "¡Este es el Cordero de Dios!" Jua_1:36. En la Biblia no hay nada abstracto, todo es vivo y real. Dios no dice: "Sé espiritual", sino: "Anda delante de mí", Gén_17:1. 
Cuando nuestro estado físico o emocional no es saludable, siempre queremos sensaciones. En nuestra vida física esto conduce a la falsificación de la obra del Espíritu Santo; en la emotiva, nos lleva a pasiones desordenadas y a la destrucción de la moralidad. En el ámbito espiritual si nos empeñamos en conseguir emociones, en tener alas y remontarnos sobre las alturas, terminaremos destruyendo nuestra espiritualidad. 
En realidad, disfrutar de la presencia de Dios no depende de estar en ningún lugar o circunstancia, sino de nuestra decisión de mantener al Señor siempre delante de nosotros. Los problemas surgen cuando rehusamos poner nuestra confianza en la realidad de su presencia. La experiencia de la cual habla el autor del Sal_46:2, "No temeremos, aunque...", también será nuestra una vez que nos basemos en la realidad; no en la conciencia de la presencia de Dios, sino en la realidad de ella. Entonces exclamaremos: "¡Él ha estado aquí todo el tiempo!" 
En los momentos críticos de nuestra vida es necesario pedirle a Dios su dirección, pero es innecesario decirle todo el tiempo: "Oh Señor, dirígeme en esto y aquello". ¡Por supuesto que Él lo hará y, de hecho, ya lo ésta haciendo! Si nuestras decisiones diarias no están de acuerdo con su voluntad, Él actuará y refrenará nuestro espíritu. Por esa razón debemos estar quietos y esperar la dirección de su presencia. 



 
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