martes, 2 de agosto de 2011

Ni se complace en la agilidad del hombre


“Ni se complace en la agilidad del hombre” sal 147:10.

¡Qué expresión más interesante! ¡El Dios grande y trascendente no se complace en la agilidad del hombre!
Podemos pensar en esto en relación el mundo del atletismo. La estrella de la pista, ágil y veloz, que cruza la línea final con las manos extendidas hacia arriba en triunfo. El jugador de baloncesto, atravesando la pista para meter la canasta de victoria. El héroe del fútbol, fuerte y muscular, que avanza irresistiblemente y mete el gol.
La multitud se desboca, salta, grita y aplaude (o alternativamente abuchea y silba). Son fanáticos que se involucran emocionalmente en cada jugada del partido. Podríamos decir que se complacen, ¡y tanto!, en la agilidad del hombre, es decir, en su habilidad para realizar el juego.
Nuestro versículo no intenta prohibir el interés en los deportes. La Biblia habla del valor del ejercicio corporal. Pero el desinterés de Dios en la agilidad de un hombre debe recordarnos que debemos mantener nuestras prioridades en orden.
Es fácil que un joven creyente esté tan absorto con algún deporte que éste se convierta desgraciadamente en la pasión de su vida. Sus mejores esfuerzos están encauzados para lograr la excelencia en el mundo. Se disciplina en el uso del tiempo, los alimentos y el sueño. Practica incansablemente perfeccionando su habilidad en toda jugada concebible. Mantiene un régimen planeado de ejercicio para conservarse en excelente condición física. Piensa y habla acerca de este deporte como si fuera su vida. Quizás en realidad lo es.
En ocasiones, un joven cristiano como éste puede ascender como la espuma cuando de repente se da cuenta de que Dios no se complace en la agilidad del hombre. Si desea caminar en comunión con Dios, necesita adoptar la perspectiva de Dios.
Entonces, ¿en qué se complace Dios? El versículo 11 del Salmo 147 nos dice: “Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”. En otras palabras, Dios está más interesado en lo espiritual que en lo físico. El apóstol Pablo se refiere a este mismo sistema de valores cuando dice que “el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1Ti_4:8).
Cuando hayan pasado cien años y las aclamaciones dejen de resonar, cuando el estadio esté vacío y el marcador olvidado, lo que realmente contará es la vida que buscó primeramente el reino de Dios y Su justicia.
William MacDonald

 
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